Yo, por circunstancias, empecé a ir a la Iglesia más con mis amigos que con mi familia y he tenido la suerte de tener amigos sacerdotes -de lo mejorcito, por cierto- y una familia entregada a los demás con grandes ejemplos de buena gente que han fomentado, cimentado y abierto mi espíritu. Todo esto me ha ayudado a ser hoy día como soy y a sentirme feliz, orgullosa y con verdadera paz de espíritu.
Hoy se que Dios es un ejemplo a seguir por los escritos que nos han llegado, sean verdad -que así lo quiero creer yo- o simplemente un invento de los poderosos del momento, está claro que si todos fuéramos como ÉL y predicáramos con el ejemplo, el mundo sería el Edén incluso con los verdaderos errores humanos, que podría haberlos, claro.
Ahora no me importa que digan que ir a la Iglesia es de beatos, que mucho golpe de pecho y después… etc. Mucho tiempo sentí la necesidad de defender a todo el que va a la Iglesia, ahora soy capaz de vivir mi propia religiosidad y eso me hace feliz.
Tampoco me importa que digan que si no voy a la Iglesia todos los domingos y fiestas, no soy una buena cristiana, por que yo sé que no es así.
En ocasiones, necesito el ambiente de la Iglesia, ya que me hace bien para conectar con Dios de forma, digamos, de relax. En otras ocasiones, entre los pucheros o con mi familia, amigos, vecinos o conocidos en general, que son los que me hacen llegar a Dios. Digamos que unas veces soy feliz siendo Marta y otras ocasiones ese bienestar me llega siendo como María, las hermanas de Lázaro, amigo de Jesús. Lo que me da el mejor ejemplo es La Trinidad, es decir, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo (o Palomita que se le dice con cierto menosprecio). Esto siempre se ha definido como tres personas distintas y un solo Dios verdadero, pero eso no es más que una forma de hablar de aquellos tiempos, una parábola. Para mí, El Padre es la Mente de Dios: el razonamiento, el debate, el pensamiento, el que medita y toma decisiones. El Hijo es el Cuerpo de Dios: el que físicamente padece, disfruta, experimenta en su cuerpo esas decisiones tomadas por El Padre (La Mente). Y por último El Espíritu Santo no es una paloma ni nada palpable, sino esa satisfacción y relax que te dejan las cosas bien hechas, o ese run run que no nos deja tranquilos y felices cuando hacemos daño a alguien. Todos tenemos esa Trinidad, pues Dios dijo que estamos hechos a imagen y semejanza suya, luego somos persona física y también Dios. La pena es que much@s no se han dado cuenta aún o no se atreven a asumir esa responsabilidad. No pasa nada, la vida es, queramos o no, una carrera de obstáculos y nosotros tenemos el poder de irlos superando. Pero, si no se afrontan, los obstáculos se hacen cada vez mas difíciles de superar y de ahí que haya personas que anden enfadadas con el mundo o como animalitos, sin pensar ni sentir.
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